El cáncer de cuello uterino es el único de estas enfermedades que se conoce perfectamente su causa: está provocado por el Virus del Papiloma Humano (VPH). Se calcula que el 70 a 80 % de la población está afectada por este virus y en la mayoría de los casos, se cura espontáneamente. Sin embargo, si persisten los cambios celulares que produce, podría evolucionar al cáncer.

En las mujeres jóvenes, la posibilidad de desaparición del virus es más alta, y por esta causa que, actualmente, se recomienda comenzar con las pruebas de detección. Recién a partir de los 25 años, excepto que tenga factores de riesgo, tales como exposición temprana al virus o inmunodepresión. La edad más frecuente de aparición del cáncer se estima entre los 40 y 50 años.

Desde el momento de su contagio, el virus puede producir lesiones precancerosas. Estas lesiones demoran hasta evolucionar a cáncer, aproximadamente 10 años. En este período, mediante las pruebas de detección, se pueden identificar lesiones producidas por el virus, que son asintomáticas, antes de la aparición del cáncer. A esto se le llama tamizaje (screening). Las pruebas de detección disponibles son la citología o prueba de Papanicolaou, las cuales en nuestro país, en la mayoría de los casos, se hace junto a la colposcopía. Recientemente, se ha comenzado a utilizar la detección viral mediante PCR (test de VPH). Este último procedimiento tiene la ventaja de que los controles pueden espaciarse a 5 años en caso de dar negativo, debido a su alta sensibilidad.

Una vez diagnosticada la lesión precursora, mediante un tratamiento sencillo, se logra la detener la progresión al cáncer y la curación es del 100%.

Toda mujer, indistintamente de su raza o condición social, puede ser afectada por el virus, pero el cáncer se desarrolla en aquellas pacientes que no se realizaron las pruebas de tamizaje y por lo tanto, no pudieron reconocerse las lesiones precancerosas a tiempo.

La prevención primaria comienza con la vacunación de las niñas de 9 a 14 años antes de que inicien su vida sexual. Otras intervenciones preventivas recomendadas por la OMS, destinadas a chicos y chicas son: educar en materia de prácticas sexuales seguras y retrasar el inicio de la actividad sexual, promover el uso de preservativos y suministrarlos a quienes ya hayan iniciado su vida sexual, advertir contra el consumo de tabaco, que a menudo comienza en la adolescencia y es un factor de riesgo importante de cáncer de cuello uterino y de otros tipos de cáncer.

Con la vacunación a edades tempranas y las pruebas de detección precoz, toda mujer estaría a salvo de este cáncer.

Las mujeres deben saber que, tanto en la salud pública como privada, es su derecho y deber, realizarse las pruebas de tamizaje, sin necesidad de orden médica previa, siempre y cuando estén comprendidas en el rango de edad, que abarca entre los 25 y 65 años de edad según el Instituto Nacional del Cáncer. Asimismo, es obligación de las autoridades de Salud bregar para la concientización en la prevención de esta enfermedad, pero también de la comunidad médica, de los medios de comunicación, de las obras sociales, ONGs, las familias y población en general.