Polémica condena a un policía que mató a un ladrón
Al uniformado le dieron 17 años pero está detenido en su casa. Su familia dice que la pena es excesiva y que la apelarán. El hecho ocurrió en junio de 2013.
FOTO LOS ANDES
(FUENTE LOS ANDES) El caso del sargento Santiago Ochoa resulta llamativo y extraño: acaba de ser condenado a 17 años de cárcel por matar a un joven que intentó robar en su casa y se encuentra preso en esa misma casa, a la espera de reunir una caución de 300 mil pesos y apelar la sentencia.
“Nosotros estamos consternados y en total desacuerdo con el fallo. No entendemos esta pena porque por algo así a un delincuente le darían muchos años menos. Vamos a apelar ante la Corte provincial y la Corte nacional si es necesario”, dijo ayer a Los Andes Elena Alcaraz, la esposa del uniformado, en su casa de Guaymallén, mientras su marido se encontraba en una sesión con su psiquiatra.
Ochoa fue imputado en junio de 2013 por homicidio agravado por uso de arma de fuego por la muerte de Cristian Videla (25). Pero luego de presentar pericias psiquiátricas se impuso la carátula de homicidio bajo estado de emoción violenta. Por eso quedó con prisión domiciliaria.
La semana pasada la Primera Cámara del Crimen lo condenó a 17 años de cárcel, luego de que el fiscal Javier Pascua obtuviera el cambio de calificación y pidiera 24 años de prisión.
En cambio, durante su alegato el defensor Eduardo de Oro solicitó la absolución de su cliente por ser un caso de legítima defensa o, sino, un homicidio bajo emoción violenta.
Pruebas en contra
Durante el debate muchas pruebas le jugaron en contra al uniformado: el procedimiento policial realizado en la puerta de la casa de Ochoa fue tan irregular que ni siquiera llamaron al ayudante de fiscal de turno, quien se enteró de la muerte de Videla “de casualidad”.
Además, durante el juicio no se pudo probar que los dos jóvenes que querían robar en la casa de Ochoa estuvieran armados, tal como dijo el sargento a sus compañeros.
De tal forma que para el fiscal, Ochoa le disparó a Videla cuando este estaba escapando del lugar, es decir que no estaba en riesgo su vida, la única razón por la cual un uniformado puede desenfundar su arma.
Por otra parte, Ochoa tenía un antecedente que no lo ayudó: en 2000 había matado a un pasajero de un colectivo cuando disparó para evitar un robo.
En defensa de su familia
“Hoy me tocó a mí este fiscal pero no importa, yo sólo hice lo que cualquiera haría por su familia”, dice el sargento Ochoa en una nota publicada en Facebook.
Según explicó Elena, la esposa del sargento, “al fiscal no le cerró que llegaran (a la escena de crimen) muchos policías pero él trabaja en la UEP (Unida Especial de Patrullaje) y estaba a cargo de los móviles, por eso llegaron tantos. Él llamó al 911 pero como no lo atendieron llamó a la UEP”.
“Esa mañana fue todo un lío. Los ladrones abrieron el portón, entraron al patio y querían abrir la puerta de la casa (ubicada adentro de la propiedad de los Ochoa). Estaban armados. Ellos vinieron a robar”, explicó ayer Myrna Ochoa, una de las hijas del juzgado.
Para la joven y para su madre “la investigación le jugó en contra porque entró mucha gente, muchos policías que venían a ver qué le había pasado a Ochoa, quien tenia 30 años de servicio y era muy conocido”.
Ambas se quejaron de las autoridades del Ministerio de Seguridad (de la gestión anterior) porque “nunca nos apoyaron ni se interiorizaron de la situación. Tuvimos que salir a trabajar”.
Por último, se quejaron porque el hermano del joven fallecido, cuando declaró en el juicio, nombró al joven que acompañaba a Videla -sería Alberto Yanezca- y “nadie lo fue a buscar y sigue en libertad”.