Infancias no hegemónicas: Reflexiones para resignificar nuestras prácticas
Identidades que existen y tienen el derecho de crecer y desarrollarse de forma sana e inclusiva, lejos de tratos discriminatorios o patologizantes.
Edición N° 1 · Diciembre · 2021
“La pandemia ha sido gestionar lo desconocido para transformar la realidad”
Un martes por la mañana, en pleno armado de la primera edición de este boletín, comenzamos a barajar nombres con el equipo de producción. Vanina Domene pensó en grande y propuso a la Ministra de Salud Ana María Nadal. Acto seguido escribí a una persona de su equipo contándole el proyecto e invitándola a una entrevista.
El viernes a las 10 hs te espera la Ministra – contestó.
Viernes 10 AM. Saludo afectuoso a dos puños, café de por medio, comenzamos una charla amena. Le comenté sumariamente sobre las cosas que quería preguntarle y me sugirió que “charlemos, me vas preguntando lo que quieras, y luego vos armas la entrevista para que quede bien. ¿Te parece?”.
Vamos allá.
La primera cuestión a conocer Ana María es cómo viviste la pandemia desde el rol que te tocó ocupar. ¿Creés que afectó para bien o para mal el ser mujer?
Desde el rol político en el que me ha tocado gestionar, me parece que ser mujer ha hecho aportes importantes, fundamentalmente referido a esta flexibilidad que tenemos, esta capacidad más empática de ver las situaciones y lo que permite esto. De hecho, vos fíjate que en la pandemia, las mujeres han liderado las situaciones críticas muy bien. Las han liderado con empatía, con menos concepto guerrero, de batalla, de virus, de guerra; sino desde una cuestión más empática, más de llegada a la gente, más de comprender, menos bélica, eso mismo, más empática.
La pandemia no sólo ha sido liderar un proceso biológico en relación a un virus desconocido, sino que también fue fundamentalmente gestionar lo desconocido en cuanto a tener que organizarnos rápidamente para poder hacer las transformaciones necesarias para contener esa realidad. Esto implicó tener una visión muy amplia de todo el sistema. La gestión de la pandemia ha sido hiper transversal, no sólo ha sido Salud, también Economía, Educación, Turismo, Gobierno. A partir de la cabeza que fue el Gobernador, todo el gobierno, hombres y mujeres estuvimos trabajando a la par, escuchándonos. Yendo específicamente a Salud, lo que destaco fue la posibilidad de conformar rápidamente equipos, tener flexibilidad y transmitir a los equipos que estábamos ante algo distinto. Hubo mucho compromiso en todos los niveles, desde el o la que abre la puerta del establecimiento de salud, el enfermero, la médica, etcétera. Mucha transformación y mucha flexibilidad han sido unas de las grandes fortalezas.
Sabemos que producto de la desigualdad estructural en la que vivimos, las distintas situaciones afectan de manera diversa a varones y mujeres ¿cómo funciona esto en la salud?
Hay que distinguir dos situaciones. Cuando las mujeres nos formamos, cuando tenemos acceso a la educación, al trabajo productivo, etcétera, nos está costando quizás un poco menos. Pero todavía en los sectores más vulnerables, que es en donde la mujer no tiene formación, en donde la mujer no alcanza la independencia económica y por eso está demasiado sujeta al rol culturalmente asignado del cuidado de los chicos, es ahí, donde yo veo más brecha y más desigualdad. Avanzando un poquito más, las mujeres que viven en ámbitos rurales tienen aún más brecha con el varón. Entonces hablando de políticas públicas, yo creo que hay que romper ahí.
En este sentido, contarte que la salud tiene una mínima dimensión biológica, el resto de la salud tiene que ver con determinantes que no tienen que ver estrictamente con lo biológico sino con lo social, con lo cultural, estilos de vida, ahí es donde está más determinada la salud.
Si pensamos, la educación o los hábitos saludables son de alto impacto en cómo va a ser, no sólo una enfermedad aguda, sino cómo va a ser una enfermedad crónica a lo largo de la vida y cómo te va a acompañar. La salud tiene un componente social y económico, es una gran redistribuidora de la riqueza. Si tenés salud podés trabajar, cuidar a los tuyos y disfrutar de lo que te propone la vida. De esto depende el cómo te posicionés en tu relación hacia las cosas, la familia y la sociedad.
¿Creés que hay una diferencia en el cuidado de la salud según seas varón y mujer?
Sí, hay brechas de cuidado donde hay que poner especialmente el ojo. Porque si bien la mujer es la que naturalmente se acerca a los centros de salud, muchas veces se acerca en el rol del cuidado materno, no en el rol del cuidado propio de la salud. Entonces hay que ir y apuntar mucho al cuidado de la mujer, por ejemplo, en todo lo que pueda ser acciones que pueden prevenir enfermedades crónicas no transmisibles, enfermedades como el cáncer de mama, cáncer de cuello de útero. Inclusive estas enfermedades están segmentadas socialmente. Hoy el cáncer de cuello de útero es una enfermedad de mujeres que tienen mayor vulnerabilidad, de ámbitos de mayor pobreza. Es ahí donde hay que enfocar las políticas sanitarias para poder llegar, prevenir, poder tomar toda una serie de acciones preventivas para cuidar más en su salud. La enfermedad te puede meter en un espiral descendente, que te vuelve cada día más dependiente, y hace que puedas trabajar menos.
Si bien nos cuesta muchísimo que el varón, también de sectores vulnerables, tenga acceso al cuidado de la salud, son distintos los motivos. En la mujer es más por una cuestión de estar más relegada; más de estar al cuidado del otro que al cuidado de sí misma.
Las mujeres tocan o contactan el sistema de salud fundamentalmente por el cuidado de sus hijos, la vacuna, el control de niño sano. Por eso en el sistema de salud estamos trabajando mucho para generar sistemas de alerta y asistirlas en otros ámbitos como puede ser la detección de violencia familiar.
Desde tu experiencia como profesional y como política, ¿cómo nos ves a las mujeres en esos dos ámbitos?
La mujer tiene desafíos adicionales. En la gestión nos cuesta tener espacios. En los lugares políticos y de decisión esto va cambiando y vamos ocupando los lugares generando cambios entre nosotras las mujeres y también en relación a los hombres. También nos siguen costando el ejercicio de la profesión. En salud si bien la mayoría de las personas que trabajamos somos mujeres, los cargos que tienen remuneraciones más altas o las especialidades más altas en jerarquía siguen siendo lugares ocupados por varones. Creo que son espacios que tenemos que ir ganando y conquistando con lo que somos, con nuestras capacidades y habilidades.
Están feminizados los espacios en la salud que tienen menor jerarquía…
En los niveles gerenciales cada vez somos más las mujeres y somos escuchadas –eso es interesante destacarlo-, pero me refiero al ejercicio profesional. En Mendoza tenemos una neurocirujana pediátrica y una cardiocirujana. Estos son los lugares que más cuestan. A eso me refería cuando mencioné que en medicina todavía ciertas especialidades las tienen muy separadas o puestas en los varones, porque son las más remunerativas.
La mujer en la salud ha estado más vinculada al cuidado, al servicio, a las actividades menos remuneradas y también menos desafiantes. Pero eso ya se está rompiendo, nos falta muchísimo, pero me parece que estamos en camino.
Por otro lado, por ejemplo, aquí en el Ministerio de Salud, la mayoría de las directoras de la Administración Centralizada son mujeres, así como también hay muchas directoras liderando los hospitales provinciales como el Lagomaggiore, Carrillo, Paroisien, el hospital de San Carlos y otros más.
En la política, ¿creés que las decisiones siguen estando en cabeza de varones? En su caso ¿cómo ves el rol y alternativas de las mujeres?
Siguen estando, pero te das cuenta que las mujeres somos necesarias. Me parece que esto empieza a pasar cada vez menos, porque las mujeres tomamos conciencia de lo que somos, y somos capaces de liderar y esto es un proceso muy natural para nosotras. Más allá de que todavía hay un techo de cristal, que cuesta romperlo, creo que es algo que necesitamos hacer siendo solidarias entre nosotras ante la dificultad. Vamos en un camino de conquista y reconocimiento. Que yo esté y que haya estado y que no haya sido cuestionada por ser mujer, me parece que da cuenta de eso. Lo mismo pasa con mi equipo, en el que la mayoría son mujeres. Además las mujeres son importantes en las políticas públicas porque aportan esta perspectiva social, pensando en la educación por ejemplo, con una visión más empatizante. Más allá de que hay muchos hombres que la tienen, las mujeres no van tanto por el desarrollo económico sino también por lo social, por la inclusión, por una visión de mujer que, inclusive se da por los roles que hasta acá hemos cumplido, que nos dan esta perspectiva.
¿Cómo ves los feminismos locales, nacionales y qué perspectiva tenés del tema?
Más allá de la deuda que hay y la deuda por la que todas tenemos que trabajar, creo en hacerlo más desde una transformación. Esto es, no necesariamente desde una reacción, sino ir ocupando espacios, ir demostrando que somos capaces y que lo vamos pudiendo lograr. Lo otro, creo que en algún punto hace falta hasta desde lo comunicacional como para instalarlo.
¿A qué te referís con lo otro?
Me refiero a que veo dos posiciones para ir ocupando lugares. Los podemos ir ocupando de una manera de ir demostrando que las mujeres somos capaces o, de movimientos feministas más intensos con una carga fuerte de reivindicación. En algún punto, si me lo preguntas, lo extremo, extremo, no me cierra, de verdad; lo agresivo tampoco. Quizás en algún punto es necesario porque visibiliza de repente, es como un shock… Si creo que podemos ir cada una ocupando un espacio, aportando diferencia, haciendo buenas gestiones, y teniendo una mirada con perspectiva de género que ayude. Porque necesitamos estar en lugares de toma de decisión. Claramente, lo necesitamos.
Todas las mujeres tenemos nuestras maneras de generar cambios y son buenas. Son procesos, lo importante es cómo como mujeres vamos caminando. Cada una manifiesta su feminismo de acuerdo a lo que es cada una, porque también ir contra una no hace bien. Además estamos conviviendo generaciones de mujeres, generaciones que hemos sido criadas de manera distinta, en el medio también de procesos sociales y culturales distintos.
El lenguaje inclusivo…
Pasa lo mismo con el lenguaje inclusivo, a esto me refería. Por ahí choca mucho, bueno, se ha ideologizado, y cuesta hablar con la equis. Es casi imposible hablar, pero también creo que el lenguaje va acompañando a las transformaciones sociales. Va a llegar un momento en que verdaderamente vamos a hablar con perspectiva, pero naturalmente, porque socialmente va a estar validado. Mientras tanto, está bueno que lo instalemos, porque en algún momento hay que hacerlo visible y ponerlo para que se vaya viendo. Vamos a tener una construcción, porque el lenguaje representa -esto es un pensamiento, realmente puedo estar equivocada- representa un movimiento social. Pero bueno, cuesta mucho porque todavía acá falta esa validación de esta transformación. Yo confío mucho en las generaciones de mujeres que vienen, vienen muy despojadas de nuestros mandatos y modelos.
-¿Cómo ves estas generaciones que vienen?
Entiendo que hoy los roles son distintos, ya el cuidado de tus hijos no está siendo tu exclusiva responsabilidad como mujer, entonces vos salís más liberada de culpa a trabajar. Antes si tu hijo tenía fiebre eras vos la que tenía que dejar de trabajar. Eso va a ayudar mucho, porque claramente muchas limitaciones han tenido que ver con eso, ¿qué mujer madre que ha salido a trabajar en algún momento no ha sentido la culpa de dejar a su hijo en la guardería o en la casa? Hoy hay una consciencia de crianza compartida, no es “tu tema”, y eso se traduce en poder asumir roles que puedan implicar horas y compromisos. Es una modalidad de funcionamiento familiar en donde no soy imprescindible, sino importante. Además vemos que aparecen otros modelos de familia.
Ley Micaela…
Con Desarrollo Social a través de la Dirección de Género a cargo de Silvina Anfuso hemos capacitado 24 mil personas de la Administración Pública Provincial, estamos en ese camino. Es fundamental esa capacitación y trabajarlo en todos los sectores.
Una última reflexión…
La verdad nos levantamos todos los días como mujeres, trabajamos, damos todo, vamos demostrando, le vamos poniendo nuestra impronta a la tarea, y eso es la esencia del cambio. Vamos a lograrlo, es demoledor, irrefutable, inevitable. De venir de culturas en que la mujer no podía hablar si el hombre no la autorizaba – lamentablemente ha sido así-, al cambio lo venimos construyendo. Creo honestamente que lo vamos a poder hacer. Ir avanzando desde cada una, desde su lugar como lo interprete y como lo pueda vivir.
Entrevista: Emiliana Lilloy – Asesora de Presidencia SCJM, a cargo de la Dirección de la Mujer, Géneros y Diversidad Dra. Carmen María Argibay
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