Barreras culturales y estructurales influyen directamente en este aspecto. A nivel mundial, las mujeres tenemos un 50% menos de probabilidades de ocupar puestos de alta dirección que los hombres. En relación a los emprendimientos individuales, la brecha de género también marca que las mujeres inicien sus proyectos limitadas al sector de servicios en lugar del desarrollo tecnológico o científico. Según datos de la UNESCO, menos del 30% de la investigación científica está en manos de mujeres.

El limitado acceso a fuentes de financiamiento y la falta de visibilización de referentes femeninas, conllevan a que las propias mujeres en muchas ocasiones no se autoperciban como potenciales empresarias.

El desarrollo del emprendimiento femenino resulta fundamental para arribar a una sociedad más igualitaria y diversa en términos de ideas, empresas y oportunidades.