Espacios cotidianos de la vida que transcurre a gran velocidad, imágenes, sonidos y representaciones habituales son algunos de las motivaciones que movilizan la creatividad de Catalina Vergne, muralista mendocina que, en diálogo con Genera+, nos acerca su mirada y experiencia acerca del arte.

– ¿Qué es el arte para vos?

Para mí el arte es una forma de percibir el mundo. Captamos la vida a través de los sentidos y luego eso lo decodificamos y procesamos. Yo lo hago a través del arte, creo que es mi forma de procesar la vida, entenderla y pensarla, para luego plasmarla en una representación.

– ¿Cuál es tu estilo, en qué te inspiras?

Me inspiro en escenas de la vida cotidiana, pequeños fragmentos de ella que me conmueven: un señor mayor sentándose en el cordón de la calle al lado de un joven, ambos desconocidos y de repente comparten un cigarro; un encuentro; la música en sí también inspira gran parte de mis trabajos, sobre todo el folclore y el rock nacional; cierta luz, contrastes o colores que surgen en el día a día.

– ¿Qué cualidades, sentimientos y pensamientos se transmiten a través de una obra?

Me gusta tratar de transmitir ese amor por los momentos únicos y sencillos. Captar algo e intentar mostrar su particularidad; la esencialidad de las cosas, lugares, personas, momentos.

– ¿Como fueron tus comienzos y desarrollo artístico, autodidacta o académico?

Mi comienzo artístico fue bastante empírico y luego se le fueron sumando las herramientas académicas. Los conocimientos académicos se complementan siempre con cierta constancia y trabajo en el hacer artístico. Algo que sumó mucho fueron los talleres con Agus Rúcula, una muralista de Buenos Aires. Creo que fue ahí que me descubrí, más que en la facultad. Desde qué y quién soy en el arte, hasta técnicas y paletas de colores.

– ¿Quiénes fueron o son tus referentes artísticos?

Eduardo y Alberto Breccia -siempre me encantó su estética, su forma de dibujar-, Agus Rucula- la técnica y manejo del color como la temática y sus búsquedas-, Marcos López -amo cómo resalta cierto lado de la cotidianeidad-, Matilde Marín -sus investigaciones y temáticas, así como su forma poética de mostrarlas- y Eduardo Chillida, por él y el protagonismo de las formas en su obra, así como el carácter gráfico y su tratamiento poético y conceptual.

– ¿Qué factores marcaron tu camino como artista? Venía pensando qué estudiar -estaba entre muchas carreras de humanidades- hasta que escuche a una mujer que decía que le gustaban tantas cosas que sintió que con el arte podía estudiar más de una. Eso me gustó. Y el puntapié fue que cuando tenía dieciocho en un evento hicimos un mural colectivo; lo disfruté tanto que dije “esto es lo que quiero hacer”.

– ¿Cómo se relacionan la mujer y el arte? ¿Cómo se manifiesta y cómo se expresa ese vínculo?

Ocupando los espacios. Por más buen laburo que podamos hacer con nuestras obras se le sigue dando protagonismo al hombre artista. Es nuestra tarea visibilizarnos y visibilizar a nuestras compañeras. Hablo no sólo del ámbito plástico sino del artístico en general.

¿Tu desarrollo como artista trascendió el ámbito local?

El año pasado quedé seleccionada con la obra “Encuentros” para el Salón Nacional de Artes Visuales, la cual se expuso en el Centro Cultural Kirchner hasta febrero de este año.

¿Qué significa para vos ser muralista en Mendoza?

Significa responsabilidad, observar qué se muestra y qué no; cuál es la estética y temáticas que prevalecen y a cuáles no se les da lugar. Creo también que desde que entró en vigencia el Código Contravencional es más difícil desarrollarse como muralista y tampoco hay convocatorias abiertas como en otras provincias. Esto hace que se vuelva complejo, ya que en vez de motivar a desarrollar esta disciplinase ponen muchas trabas para que se haga dignamente como el trabajo que es.