Erica Golvas vive y disfruta de la música en todas sus expresiones. En diálogo con Genera+ comparte sus más profundos pensamientos y vivencias que dibuja en su camino con la música. Multinstrumentista de profesión cuenta cómo fueron sus comienzos, su presente y su realidad con la música en Mendoza.

 – ¿Qué es el arte para vos? ¿Cómo lo definís desde lo que haces?

El arte para mí es traer a la realidad o poner de manifiesto en este plano todas las memorias que portamos como seres humanos, esas memorias guardadas en lo más profundo del inconsciente, que tienen el poder de hacernos crecer. La magia de crear un objeto, como un tambor ancestral, canciones, poesías, podar un árbol… ¡todo tiene arte para mí!

– ¿Cuál es tu estilo musical, en qué te inspiras?

Crecí en un ámbito donde se entrecruzaban diversos estilos y culturas. Pueblo, finca, campo: rock, reggae, blues, folclore argentino de todo lo ancho y largo, latinoamericano, clásica, del mundo escuchando onda corta en el “combinado”… de todo. Y tuve la suerte de encontrarme con quenas, charango, cuatro, acordeón, guitarra, guitarrón, armónica y mil objetos cotidianos que usaba como instrumentos gracias a mis padres, hermanos, parientes y amigos que facilitaban el encuentro.

– ¿Qué sentimientos y pensamientos se transmiten a través de un tema musical?

Creo que la música es un paisaje: uno concreto que podemos visualizar o al que nos traslada, donde podemos hasta oler y vivenciar otra realidad… y otro paisaje que es emocional, capaz de elevar nuestra energía o sumergirnos en un mar con todos los sentires y posibilidades al que la vida, en ese momento, puede invitarnos de acuerdo o a cómo estemos.

– ¿Cómo fueron los comienzos?

Desde los tres años tengo recuerdos con mi guitarra. Mi primera creación como Luthier fue en tercer grado, cuando hice un bongó con dos latas de duraznos para acompañar el coro en un candombe. A los nueve participé de una comparsa de carnaval tocando una tumbadora, a los once reparé mi primer bombo -como iba mucho al campo aprendí a trabajar el cuero-; a los quince ya tocaba la batería en la banda de mi hermano y a los diecisiete viajé con Mafalda Pereyra a Buenos Aires a un encuentro ecuménico por los derechos humanos junto a madres y abuelas…en fin, muchos bellos momentos.

– ¿Cómo es tu relación con la composición musical? 

No soy una autora prolífica, siempre me fue más fácil improvisar o “adornar” con instrumental o armonizar, aunque tengo muchas canciones registradas, la mayoría con letras de mi madre.

– ¿Quiénes fueron o son tus referentes musicales?

Atahualpa Yupanqui, Milton Nascimento, Cantares de la Cañadita, Trovadores de Cuyo, Pappo, León Gieco, Kiss. Una mezcla interminable…el Topo Giggio. Todos y cada uno de los músicos y cantores que me crucé en la vida dejaron algún aprendizaje.

– ¿Qué instrumentos están presentes en tu música?

 Jugando aprendí de forma autodidacta a tocar guitarra, guitarrón, charango, cuatro, quenas, sikus, acordeón, bajo, mucha percusión y están muy presentes en mi proyecto solista tocando con un pedal de loop. Esto consiste en que toco y grabo cada instrumento creando en el momento cada canción como una banda, pero yo solita.

– ¿Qué factores marcaron tu camino como cantante? 

Escuchar a mi madre y a mi tía cantando a dúo, las farras y serenatas a las que me llevaban. Allí tuve oportunidad de escuchar voces de todos los colores. También el canto de los pájaros, el canto del agua en un arroyo. 

-¿Cómo se relacionan las mujeres con la música?

Desde la belleza, desde la emocionalidad. Es la musa, el compromiso, el decir, experimentar. 

 -¿Cómo se manifiesta o se expresa esto que decís?

Puede que sea con palabras, pero creo que detrás hay mucho más: la pasión, la intensidad, el pulso. Más que nada en el folclore en Cuyo, las mujeres han tenido históricamente muy poca participación, si bien hay que decir que existen grandes referentes como Juanita Vera, Yolanda Navarro o mi tía Emma Granero, cantantes o cantautoras; hoy las mujeres están ocupando lugares como guitarristas, dando una nueva impronta. Es muy bonito juntarse a ensayar, donde cantamos y tocamos cuecas gatos y tonadas, mientras maridos o hermanos hacen el asadito y conversan disfrutando el sol del otoño. Cada vez más mujeres se atreven a decir en sus letras cosas como: ¡nosotras también farreamos! 

– ¿Cómo ha sido tu desarrollo como cantante en lo local e internacional?

Soy de General Alvear. En 2013 aparecí por la capital de Mendoza en la Bendición de Frutos como percusionista; viajé por América del Sur tocando como cesionista. Hoy estoy viviendo en Tunuyán, toco y canto en muchos proyectos en Alvear con Camila Pérez. En Tunuyán estoy haciendo música cuyana y tengo otros proyectos púramente femeninos como “La berracaguanábana”, que trata de música colombiana en Mendoza, o “Matria Cuyana”. También acompaño a Carlos Méndez en su homenaje a Zitarrosa con muchas giras nacionales, con Claudia Pirán en Cosquín y acompañé al dúo “Orozco-Barrientos” este último año en Auditorio Nacional.  Cada año participo en las vendimias de Junín, Alvear y la vendimia central.

– ¿Qué significa para vos hacer música en Mendoza?

Para mí es sostener y dar a conocer nuestro acervo.  Es felicidad, placer, compromiso, responsabilidad y disfrute.

Es caminar lo caminado, caminando.