La Revista Digital del Registro Provincial de Adopción
Número 2 · Junio 2022 · Mendoza

La historia de una niña que logró hacer valer sus derechos

Una serie educativa con una gran función social explicándonos el gran valor de la adopción. Una pequeña de cabello rojo, que con ímpetu e imaginación, transformó su vida al encontrar un hogar.

Pese a no haber tenido una gran campaña publicitaria, “Anne with an E”, se convirtió en una de las series favoritas y más educativas de la plataforma de Netflix. Es una coproducción canadiense y estadounidense, basada en el libro “Anne de  los  Tejados Verdes”. Fue escrita en el año 1908 por la autora Lucy Montgomery. Es una novela que transcurre en el año 1896, ambientada en  Avonlea, un puerto pesquero pequeño ubicado  en la Isla Príncipe Eduardo, de Canadá.

Se realizará un análisis desde la perspectiva de la adopción. Dicho esto, ya en los primeros capítulos se puede apreciar una realidad diferente a la que vivimos en la actualidad. En la historia analizada de ningún modo se reconocen derechos y capacidades a las niñas, niños y adolescentes (NNyA).

En la serie los NNyA son considerados objetos y no sujetos de derechos. Así vemos, con alegría, haber logrado cambios en el paradigma en el transcurrir de un siglo. Es decir, una mirada renovada sobre esta temática, dejando atrás un concepto de adopción como  remedio a la infertilidad, como paliativo de la soledad, o como en este caso, para ayuda en diferentes quehaceres de los adultos. 

En esta historia se vive esa transformación, Anne encuentra por primera vez el amor de sus padres, tímidos  y poco abiertos. La joven transita junto a Marilla y Matthew, una gran aventura abriendo un nuevo camino, una nueva forma de pensar y creer en la adopción.

Pero…. conozcamos más  sobre este personaje: Anne con su cabello rojo e inagotables pecas, de las que reniega y no logra aceptar, es una niña de 11 años traumatizada por su historia y las vivencias en un orfanato lúgubre y olvidado. La protagonista tiene una gran imaginación y capacidad de expresión a través de un lenguaje florido. 

Es una gran soñadora y crea grandes fantasías, que comparte y cuenta en largos relatos. Nunca abandona su esencia. Escucharemos muchas frases de su boca que dejan un eco de ejemplos de vida resonando… “Me gusta más imaginar que recordar”; “No es lo que el mundo tiene para ti, es lo que tú le aportas.” Y así, cuando los hermanos Cuthbert la acogen, les parece lo más maravilloso del mundo, y florece en ese hogar una comunidad que termina integrándose, no sin antes atravesar grandes dificultades.

A lo largo de sus tres temporadas, podemos vivir con todos sus personajes, situaciones propias del proceso adoptivo. Al inicio de una vinculación, Marilla y Matthew, se muestran sorprendidos por una equivocación: ellos esperaban a un niño para que ayudara a Mathew en los quehaceres de la granja. La resistencia inicial es muy alta, los lleva a rechazar a Anne, quien agrega un nuevo dolor a su larga lista de infelicidad. Ellos, dos hermanos solitarios, se muestran desorientados, confundidos con limitaciones para poder expresarse, para poder abrirse a una nueva experiencia como la posibilidad de ahijar. 

Los padres adoptivos de Anne, se muestran ambivalentes pero a la vez comienzan a gestar un vínculo, un lazo desde lo afectivo, gracias a su capacidad para trascender una serie de hechos no deseados, y descubrir así la  inmensa necesidad de amor y cuidados de la niña que había llegado a su vida. 

La presencia de la nueva integrante de la familia, hace desarrollar en sus padres, capacidades parentales básicas y , propiamente, adoptivas como la escucha, el reconocimiento real  y respeto por su vida y su historia, capacidad para ir aceptando sus formas, sus peculiaridades, sus fortalezas y debilidades. 

Y llegan así, momentos que nos emocionan como el primer abrazo entre Marilla y Anne, la mujer que por su propia y difícil historia de vida, se hallaba limitada para expresar sus sentimientos. Otra de las escenas conmovedoras es el día que los tres celebran íntimamente, en el  cálido comedor de su granja, que Anne lleva ahora el apellido Cuthbert. También se puede mencionar, la alegría del primer vestido comprado calladamente por Matthew…. Y así estas tres vidas dan un giro inesperado.

Ante la sospecha de que Anne ha robado un broche de Marilla, se presenta la posibilidad de que la protagonista regrese al orfanato. Pero cuando  los hermanos Curthbert comprenden su error, su esfuerzo por recuperarla es inmenso y se exponen a todo tipo de peligros. Ese lamentable hecho, les permite comprender y afianzar su voluntad y deseo de ahijar. El vínculo ha sido tejido y consolidado. Los hermanos Cuthbert son ya sus papás adoptivos y a partir de ello no cesarán de protegerla.

No tarda en llegar también  el rechazo social, de esa pequeña comunidad cerrada, clasista y tradicional. También los primeros problemas en la escuela por su temperamento impulsivo, hiperactivo, espontáneo y no atado a las normas de esa sociedad que provoca consecuencias negativas.

Anne tendrá que ser aceptada por sus compañeros de escuela, como también por la comunidad. Y es en este punto, donde debemos detenernos a reflexionar: ¿cuántas veces como adultos repetimos esos comportamientos en la actualidad?, ¿cuántas veces rotulamos a nuestros niños/as?, y aún más, ¿cuántas veces transmitimos a nuestros  hijos dichas valoraciones y juicios?

Al igual que Anne, todos tenemos hoy un gran desafío en pro de la adopción, debemos construirla sobre valores trascendentales y sobre una perspectiva centrada en las posibilidades y peculiaridades de cada niño, niña y adolescente. 

Vemos en algunos de sus episodios reflejadas estas situaciones: Anne sorprende a sus amigas de escuela con relatos de sus experiencias del mundo con temas tabú, que aún no alcanza a comprender del todo, se posiciona y se vuelve popular, pero genera reacciones en los adultos que la tachan de promiscua.

Estos últimos, finalmente, comienzan a valorarla cuando la protagonista logra salvar la vida de un niño y de la hermanita de su querida amiga de un incendio. De esta manera, Anne demuestra gran sensibilidad  y valentía y se hace visible en su entorno desde otro lugar.

Y como afirmamos en un principio, consideramos que esta serie es educadora por su gran función social, de forma muy inteligente  y responsable, despliega un amplio espectro de temas sobre diferentes realidades.

Se desarrolla con una mirada visionaria dado que su autora escribió esta novela a principios del siglo XlX. 

Muchas de estas situaciones siguen asolando nuestro mundo actual, por eso su aporte es tan valioso en temas tales como: el feminismo y  femineidad, diversidad sexual, respeto por la práctica de diferentes religiones y creencias como también garantías para expresar las mismas. 

También se puede mencionar el maltrato infantil y la institucionalización, lucha contra la discriminación racial y social, respeto por la comunidades originarias y convivencias de diferentes  culturas  como la afroamericana. 

A lo largo de sus temporadas, numerosos episodios nos presentan historias de la mano de personajes inigualables como: la Sra. Rachel (vecina y amiga de Marilla), Diana Barry (amiga entrañable de Anne), Gilbert (un amor por descubrir), Cool (amigo cómplice y diferente), la Srta. Stacy  y muchos más. Todos ellos aportan a esta diversidad de temas una sensibilidad social única.

Finalmente en sus últimos episodios, la búsqueda de Anne por su identidad  biológica, se torna intensa y ello despierta en sus padres temores insospechados y gran angustia. Un temor a que su niña sufra o sea dañada por realidades dolorosas, o los abandone al descubrir la existencia de sus padres biológicos. 

Sin embargo, Marilla y Matthew logran sobreponerse a estos fantasmas y acompañan a Anne en esta búsqueda hasta que ellos mismos, impulsados por el entusiasmo de ella, logran encontrar la verdad. Anne construye así  su identidad en un sentido amplio, descubriendo sus orígenes biológicos,  superando la violencia, la injusticia y una vida hostil en el orfanato. De ninguna manera la protagonista borra su pasado, sino que lo toma como parte de su ser, recibiendo el amor de sus nuevos padres y  formando parte de su comunidad.

Esa niña que con su vivacidad, risas y lágrimas, logra su transición a una adolescencia plena y con proyectos propios, y conquista no sólo a los hermanos Cuthbert y a los habitantes de Avonlea, sino también a miles de espectadores que se adentraron en su  camino para ser parte de una familia. 

Y como dice Anne, “siempre puedes disfrutar las cosas si decides que SÍ lo harás”.

Beatriz Crisafulli

Licenciada en Trabajo Social del Registro Provincial de Adopción, Poder Judicial Mendoza
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